Y confieso que escape de kínder porque el cuento ya lo había escuchado.
Y confieso que quise ser monja y no me dejaron.
Y confieso que a los doce años camine sola la gran Vía de Madrid.
Y confieso que cerré los ojos para escuchar mi voz interna, que me decía, este es mi gran amor y no lo voy a dejar ir por las palabras de mi madre.
Y me confieso Rinalda la mujer de goma, la reina de posiciones envidiadas, la que la enana no logra, ni la domadora alcanza.
Y te confieso tristeza que temo que mi madre muera, y ya no tenga madre para nadar los domingos en Dorado.
Y confieso que a los de-ambulantes me gusta mirarlos de frente a ver si me reconozco.
Y te confieso hermano que te extraño, hombre fuerte, luchador, amigo inolvidable, en el mar te nombro y una gaviota me viene a sanar.
Y me confieso sirena –diosa del equilibrio marino
Elijo vivir sin culpas, sin tiempo, sin juicios, sin sacrificios
Confieso, elijo vivir… me bastan mis voces.
2 comentarios:
Lucille te confieso que te quiero mucho y que nunca te olvido.
Gracias por ser mi amiga.
Lizzie
Hermosa confesión, Lucille.
Y confieso que me encanta el dibujo de la sirena, y como estás escribiendo... Un abrazo.
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