domingo, 1 de marzo de 2009

Tibio Caracol

Mi casa, la llevo a cuestas: por eso digo que soy ligera de equipaje. Me muevo sin prisa, sin tiempo,
sin edad, sin juicios.

Vivo en dos mundos totalmente distintos, y aun así puedo reconocer la bondad en cada uno de ellos.

Entre rocas vivo como caracol arropado por el musgo marino; a lo lejos, contemplo gigantes estáticos que miran al mar, pero no pueden tocarlo. En sus ventanas abiertas, aparecen hombres, mujeres y niños que a veces se acercan a saludarme. Me palpan con tentáculos secos y escarban con sus dedos como queriendo entrar a una casa ya habitada.

Si supieran que me tomo siglos llegar aquí. Nací en muchas ocasiones humano y viví días muy felices; de hijos, de sueños logrados, de amores secretos, de palabras guardadas, como símbolos de un mundo que deje atrás.

Cuando te camino Tierra querida se que volverás a ser lo que fuiste; bosques encantados, con hadas que cabalgan en mariposas azules, niños que ríen sin prisaporque viven en la Tierra de siempre felices, árboles que crecen como gigantes y en sus ramas anidan pájaros que nos despiertan a un Mundo de Paz.

La suave brisa, junto a sus gotas saladas, me llaman a ese mar turquesa que me arropa como sábana amorosa recordando las noches que mi madre me mecía cantando nanas que regalaba al viento.

En ese mar florido y amoroso me sumerjo y olvido todo lo vivido.

1 comentario:

margret dijo...

Indiscutiblemente, alguna vez fuiste sirena :-))