viernes, 26 de marzo de 2010

Detras de la oreja izquierda


Detrás de la oreja izquierda

Miedos piruetas mentales
Precipicios llenos de
Hojas
Pájaros silentes llenos de huecos
Nombres que se borran en cabecitas pequeñas
Antropófagos de cartílagos buscando el último aire
Tiempos sin reloj
Maldiciones en voz alta
Primeras Planas

No toques, no ames, no gastes, no hables
No no no Blah blah blah
Tímpanos locos Altavoces Mentirosos
De cinco letras vacías
Agujeros negros inexistentes

Me resultas INDIFERENTE
Cansado loco bajito

viernes, 19 de marzo de 2010

Rutina de Un Lunes


Son las 5:00 am. Lentos pasos recogen mi cuerpo. Mi mente discute sola. No puedo canjear sueño por natación. El café recién colado me espera. Abro mis ojos sin inocencia, agradezco, bendigo, medito… Fortalezco mis músculos internos y externos.
6.00 Am La punta de mis dedos de la pierna derecha prueba como el buen catador el estado del agua. Fresca, fresca… fría luego los dedos de la izquierda. Voy bajando cada escalón como el que saluda el silencio mojado que promete revelar misterios. Poco a poco los descubro.
300 metros libres, 400 metros tabla, 300 metros combinados. Nadie habla, un simple buenos días nos conecta con hilos olímpicos unidos en este entrenamiento.
Mis ojos de vidrio miran el fondo del natatorio. Una raya azul es mi guía mientras mis brazos se alargan como reloj que busca las doce.
Un dos tres inhalo, un dos tres inhalo. En el agua me recuerdo primitiva 1 En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre el agua. En ese estado acuoso me busco. Comienzo a buscar la verdad, el misterio que encierra esta vida. Pienso en mi país, lo bendigo. En el agua los seres que más ayuda necesitan se me presentan en cuadros, deja-vus de la vida. Les envío el amor incondicional que necesitan. Un, dos, tres, cuatro, de espaldas mi ombligo busca el cielo. Abre su ojo. Escucha. Nació el día. Los pájaros silvestres como árbitros comienzan a dar la salida y el sol a colarse en los poros de mis muslos. Salpican campanadas. Comienza de nuevo mi día. Repito un humeante café. Te escribo.

sábado, 13 de marzo de 2010

Abril 14, Año 1912





De mi visita a la exhibición del Titanic en San Juan Puerto Rico...

Soy la pasajera Bertha A. Mayné, Mrs Villers como me llaman los tripulantes. Mi numero de camarote es el C-90 y viajo en primera clase. Mi novio Quigg Baxter me conoció cantando en el mejor club nocturno de París. Voy a casarme con él en Canadá.
La noche antes de hundirse el Titanic escribí para Quiggs este poema. Nunca se lo entregué. Presentí que nunca me casaría.

Alfileres en la solapa
Remaches, cientos de remaches

Junto monedas reinas
con billetes de a diez
Y miro la portilla de bronce
al compás de nuestro vals

Con cucharón de porcelana
Porta tostadas
Salsera revestida en plata
pruebo nuestro helado favorito
en azul cobalto y oro

Setecientos cincuenta pasajeros
Primera clase
Baños Turcos
Cancha de Squash
Salon de fumadores
Nácar Vitrales

Cuadrilla negra
Fogoneros
Ruido infernal

Muy pocos sobrevivientes
Dos horas cuarenta minutos

Edward Smith
se retira
a morir
Capitán sin esperanza
caballero ancestral

Howard Irwin
Jugador de Pocker
echó las barajas
Jugó mal, muy mal

El American, El Californian
noticias de altamar
ve despacio, toma tiempo

Golpe frío
golpe seco
golpe silencioso

Reposan brazos
Reposan piernas
Reposan de hipotermia los muertos

Primera clase, segunda clase, tercera clase

Sobreviví

sábado, 6 de marzo de 2010

MI PRIMERA CONFESIÓN….Y COMUNIÓN

Desde New York le propuse a mi amiga y hermana de la infancia y adolescencia Lizzie Negrón me contara su primera comunión. Esta amistad se ha reanudado con mucha felicidad para ambas después de muchos años de no tener contacto la una con la otra.
Gracias a la maravilla del Internet esta amistad continuará por muchos años. Aunque físicamente no estamos juntas compartimos un amor especial por la literatura y el arte. Su escrito me pareció maravilloso. Lo comparto con mis amigos blogueros.


A instancias de mi amiga y hermana Lucille Lang vuelvo a las letras. Esta vez, les aburriré compartiendo mi experiencial de cuando hice mi primera confesión en la Catedral de Arecibo Puerto Rico y al día siguiente, mi primera Comunión.
Empezemos con los preparativos para verme regia ese día de la Comunión pues si me pongo a pensar en la confesión…..no acabaría nunca.
Fuimos a San Juan mi papá, mi mamá, mi hermana y yo. Papi iba manejando su pequeño Volkswagen por la carretera numero 2, la única vía existente entre mi pueblito de Arecibo y el área metropolitana, también llamada por nosotros los de pueblo chiquito, la loza o San Juan. Esta vez no le pedí cuchucientas veces a papi que parase para o ir a hacer niní o porque tenía náuseas. Papi iba fumando sus Chesterfields y sus sortija de graduación iba golpeando el timón mientras tarareaba alguna canción en la radio. Mami se retocaba su maquillaje con mucha frecuencia. Mi hermana y yo, aburridas a morir, como siempre discutiendo por algo o disputándonos el pequeño espacio que había en la parte de atrás donde íbamos sentadas como salchichas en lata. De vez en cuando, para acallarnos porque nos poníamos muy majaderas, con la misma mano de la sortija la zarandeaba y a la primera que cogiera le daba un tapaboca y así nos acallaba por un rato. El viaje era como de dos horas. ¡Qué tedioso…..pero ese día, cualquier cosa yo la pasaba por alto, pues sólo pensaba en que íbamos a González Padín a comprar mi blanco traje, mi velito y mis zapatos. Nada en la vida, ni siquiera mi hermana, ni los tapabocas de mi padre, iban a quitarme la ilusión de ese gran día.
Llegamos a González Padín en el Viejo San Juan. Qué chulería de tienda, con acensor y todo y hasta y que rico olor se mezclaba allí a perfumes de Guerlain y Madame Rochas. La empleada en el departamento de niñas nos atendió como si fuéramos de la realeza europea. Cuando me medí el tercer vestido le dije a mami, ese es el que me gusta……suerte que ella gustó también de él y dio la aprobación. Era como en un tipo de organiza bordadita y con un gran lazo atrás en la cintura. Me llegaba a mitad de pierna, ni largo, ni corto. Tenía unas manguitas tres cuartas que de ahí en adelante fueron y aún son mis preferidas. Un cuellito alto con solapita. Me quedaba pintao, como hecho para mí. Escoger el velito fue tarea fácil. Creo que no me importaba tanto como el traje. Ya mi corazón latía de la alegría y la anticipación. El velo tenía una diademita con florecitas, a lo mejor miosotis y mucho tul, como de novia. Entonces vino el rigor de escoger el misal y el rosario……ahí vinieron a mi mente todas las instrucciones, las prácticas en la Catedral, las advertencias de las monjas de mi Colegio de que hacer si se caía la hostia al suelo, si no abría la boca bien grande para que el cura, Padre Kingston, pudiese meter la hostia adentro y no se cayera….y lo más que me preocupaba……la confesión la noche antes a las 6 en la Catedral.
¿Qué rayos le iba a confesar al cura aquel que pareciese genuino y sincero y me despachara rápido con a lo mejor tres Avemarías y dos Padre Nuestro y el Gloria? Ya de camino a casa luego de almorzar en La Bombonera….mi mente divagaba. Ya ni escuchaba la radio y la sortija llevando el ritmo en el timón, ni a mi hermana jode que jode, ni miraba a mami empolvándose y poniéndose más pintalabios, ni siquiera recibí algun tapaboca por hablar duro o por responder a las provocaciones de mi hermana mayor…….sólo pensaba y pensaba en mis pecados y cómo iba a salir de ésta.
Primero, me tenía que aprender el Oh, Dios Mío……con todo mi corazón, blah, blah, blah……luego, el….Perdóneme Padre porque he pecado……mis pecados son los siguientes…….de mayor a menor….osea, de los Capitales a los Veniales……yo, una pila de mierda de siete años, tendría a mi haber algun pecado capital? Ejem, ejem….bueno, decidí irme por la tangente. Le diría…..He desobedecido a mi padre y a mi madre, rogándole a Dios que no me pidiera los específicos….., he dicho malas palabras (que en aquellas épocas serían caca, mierda, bruta….nada de carajo o coño, que ni sabía que existiesen aunque vagamente creo haberlas escuchado de boca de mi papá en alguna ocasión, he peleado con mi hermana…..ay mi Dios, esa la debí haber puesto en primer lugar pues mira que peleábamos por cualquier cosa……y el Padre, eso es todo. Entonces venía la tarea de aprenderme el Acto de Constricción o como se deletree. Cuando menos lo imaginaba, ya habíamos llegado a la Calle Andrés García donde vivíamos y desperté a la realidad de que lo que me esperaba no era tarea fácil. El traje se guardó en un closet y así los zapatos, las medias, el misal, el rosario, el velo. Ahora venía lo difícil…..ahora venían los miedos, las memorizaciones, los conteos o estadísticas de los pecados, porque encima de eso había que decirle al cura cuántas veces había incurrido en ellos…..ay Dios mío, por que no habré nacido en la India donde los niños no pasan por estas angustias. De ese día en adelante no pensaba más que en eso y entonces me acosó la idea fija de que pasaría si se me caía la hostia al suelo? ¿Qué pasaría si me atragantaba o si no me bajaba por la garganta? ¿Qué pasaría si se me quedaba la hostia trabada o si se me olvidaba abrir la boca bien grande o si se me olvidaba decir Amén antes de abrirla?
La noche antes llegó. No dormí nada. Entre la ilusión de estrenarme el atuendo y todas las demás angustias ya compartidas, no pude pegar un ojo, mucho menos, dos. Llegó el gran día. Me veía regia. Llegamos a la Iglesia, menos mal que papi encontró estacionamiento por el Casino de Arecibo donde sería el gran desayuno post-comunión pues había que estar en ayunas por tres horas antes de comulgar. Por si acaso, yo estuve en ayunas desde la tarde antes…..pero ni hambre tenía. Entramos a la catedral. Mis maestras estaban allí, la iglesia repleta. Hicimos fila los niños a la derecha, las niñas a la izquierda, tal y como habíamos practicado. El órgano resonó y se comenzó a oír la voz de Padre Kingston……Dominus Vubiscum….Et cum Spiriu Tuo……se olía a perfume, desde el barato que mayormente provenía de las últimas filas de atrás y de los bancos en la entrada (lugares designados para la gente pobre y del pueblo) y a medida que nos acercábamos al frente, el Shalimar, el Habanita, el Jolie Madame, el Moment Supreme y el Joy. Los abanicos españoles ayudaban a prevenir el sudor, las mantillas españolas y sus horquillas competían entre sí, el sonido de las pulseras de charms de 18 kilates tintineaban y a veces ni dejaban oir al Padre en su latín perfecto…..y llegó el momento de la Comunión anunciado por los tres riiiing, riiiiing, riiiiing……me llegó la hora. Desfilé trinca y miedosa. Llegué al frente, me arrodillé……se acercó el Padre con la patena y el monaguillo al lado……dije AMEN o mejor dicho, grité AMEN, abrí la boca lo más grande que pude, saqué la lengua y cerré los ojos. La hostia entró al lugar apropiado, cerré la lengua, abrí los ojos, se me pegó la lengua al cielo de la boca……ni me pregunten como……poco a poco se fue disolviendo y comenzé a tragar y a tragar y a tratar de rezar…..que va…..no me quedaba mente para eso. De ahí en adelante, mi mente oscilaba entre la gran mayorca de J J y Viñas y el gran vaso de chocolate caliente que me esperaba en el Casino, ir a retratarme a Calafell…..ya la pesadilla había terminado. De ahí en adelante, me comenzó a picar el vestido, me apretaban los zapatos, el velo aquel me daba calor, le entregué el misal y el rosario a mami para que lo guardara en su cartera. Quería ser libre de nuevo y librarme de todos aquellos andariveles impuestos por la autoridad. Llegamos a Calafell, hice lo mejor que pude para salir bella y angelical en la foto, me comí aquella Mallorca azucaradita y la bajé con el chocolate caliente más rápido que ligero…..y cataplum. Ya la tarde se acercaba y toda estrujada llegué a casa a guardar todo el disfraz de buena. De ahí en adelante, me confesaba con la frecuencia dictada por las monjas en el Colegio, alteraba el orden de los pecados que básicamente eran los mismos una y otra vez, comulgaba sin miedo alguno y ayunaba bajo protesta pues no entendía y sigo sin entender porque rayos había que dejar de comer y casi al punto de un desmayo cumplir con la liturgia aquella y el latinazo que jamás entendía pero que logré aprender al dedillo. Mi última confesión ante un cura fue en el año 1970 y ahí desafié al cura colombiano aquel que no me soportaba y cuantas cosas le dije para pasmarlo y romperle los esquemas……..mi última confesión ante un cura…..y ahora ante ustedes.

viernes, 5 de marzo de 2010

Padre he pecado - Siete Años




El misal nacarado de mi primera comunión tiene un marcador color oro. Las letras grises de su interior duermen en páginas de pergamino trasparente. Soy una niña inquieta por las cosas invisibles. Siempre quiero saber más. Juego con este regalo que tengo en mis manos abriendo las páginas al azar. Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste y la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso ¿Que es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Pues lo hiciste casi como un dios… Salmo 8 ¿Como un dios, pero cómo es Dios? Nadie me explica, porque nadie lo ha visto. Pienso en un Dios lejano.

La Catedral de Arecibo está pintada de azul claro. Su puerta enorme de madera me asusta pues siempre hay un viejito cojo pidiendo. Me mira con cara de tristeza. Camino mirando sus pies torcidos. Mi traje es corto de encajitos blancos abiertos como ojitos que miran. Mi mantilla larga cubre todo mi cabello. No alcanzo la pila de agua bendita. Mi madre con la yema de su dedo índice me persigna. Hago fila para mi primera confesión. Sara y Marita se me adelantaron. El confesionario tiene cortinas violetas. Escucho murmullos. Intento saber quien vive adentro. No veo su rostro.

Tengo miedo de hablar con alguien que no conozco. Pienso si los muertos irán a misa. Es aburrido. Los vitrales del Viacrucis dejan pasar los rayos de sol y veo a Jesús cargando la cruz. Siento que es mi culpa y no sé cómo se gana el cielo. En las clases de mi primera comunión me dicen que tengo que ser casi perfecta como Santo Domingo Sabio. Tengo que confesar pecados que invento. Abro mis labios y confieso. Ave María Purísima/ Sin pecado concebida (no logro entender este misterio de porque María nació sin pecado y yo no, Dios tiene favoritos) Padre he pecado, comienzo a recitar: a mi hermano Edward lo empujé porque no me quiso dar el lápiz mecánico que mi papá trajo de la oficina. Se cayó al piso con sus aparatos para caminar. Se lastimó mucho. A mi hermana Olguita le escondí la foto de un amigo preferido y piensa que fué David. Y a mi madre cuando me dá el beso en las noches me dice Lucita apaga la luz, no le obedezco. Enciendo una pequeña lamparita y leo Cuentos del Gallito quiquiriqui hasta quedarme dormida. En las mañanas me regaña porque no me despierto a tiempo. Escucho la voz de un hombre mayor que me dice te absuelvo de todos tus pecados. No quiero escuchar más. Me levanto corriendo al banco de mis amigas que tenían sus manos unidas rezando. ¿Qué penitencia te tocó? La que yo quiera…

martes, 2 de marzo de 2010

Don Victor - Descansa en Paz


Allí, allí es, es la casa naranja, la que mira al cielo rodeada de balcones. Allá vive Don Víctor, el contratista. Ha criado sus cinco hijos, sus nietos y ya empiezan los bisnietos. Su mujer Isabel tiene los ojos grandes de un azul transparente. Su rostro lleva la marca del dolor de perder un hijo a los 10 años golpeado por un auto al regresar de la escuela de su mano. Hoy su casa está llena de amigos, de vecinos y de su familia querida. Tomo café con leche recién colado acompañando a su viuda. Le doy un abrazo fuerte como si fuera mi hermana. Tiene 58 años y lo cuidó hasta el fin. El cáncer se lo llevo a los 68 años. El contratista del barrio, al que todos querían. En el campo el difunto se vela en casa. Tiene una gorra azul marina, camisa a cuadros y un pantalón gris. Descansa con las manos entrelazadas. Me acerco al féretro y las lágrimas me corren por toda mi cara. Me emociona verlo y doy gracias por haberlo conocido. Su viuda no estará sola, su familia vive al lado.