sábado, 23 de enero de 2010

HUMO




Puedo pararme en la parte trasera de un autobús público, de esos largos y llenos de anuncios e inmediatamente el humo que entra por mi nariz me recuerda al Madrid de Franco. Veo los autobuses de la Cibeles, de la Gran Vía y el Parque del Retiro. Puedo escuchar el silbido de los frenos. Gente de todas las edades abrigadas con bufandas, sus pesetas en mano, echando frío por sus bocas.

Experimento la sensación de los días en que el cigarrillo negro azotaba mis fosas nasales como si fumara a lo macho de aquel tiempo. El aire del cigarrillo salía de los bares mezclado con el olor de tortilla española recién-hecha y chorizo picante. Mezcla de olores que habita en mis poros y un simple autobús despierta.

Las guaguas de la A.M.A. respiran. Inhalan todos los pensamientos gratos de mi otra patria. Quien diría que ese simple humo a los doce años fue presagio de mi gran amor por España. Exhalo a través de mi piel un marido asturiano, compañero y amigo, un Colegio inolvidable, Santa María del Camino, un verano de pandillas y amigos grandes, de bañarme en ríos muy fríos.

España me hizo mujer, allí tuve mi primera menstruación y supe salir adelante sola y sin mis padres. A veces, cuando menos lo espero pasa un autobús a mi lado y siempre digo me huele a Madrid.

No hay comentarios: