jueves, 28 de enero de 2010

Santa María del Camino, Madrid 1966



Yo soy aquel que por tenerte da la vida
yo soy aquel que estando lejos no te olvida
el que te espera, el que te sueña
aquel que reza cada noche por tu amor- cantada por Raphael


Duermo en un piso de lujo en las afueras de Madrid, urbanización Puerta de Hierro. Somos cuatro adolescentes-niñas. La habitación es cómoda. Tiene cuatro literas y mi cama está al lado de la ventana derecha. Cierro mis ojos y puedo escuchar el sonido de la noche: grillos, árboles de eucaliptos y pinos batiéndose enredados shhhhhshhhh

Silencio, silencio dice la señorita que nos cuida. Tiene 40 años y cumple su trabajo de velar por nosotras diez. Vive en el piso de al lado. Se apagan las luces y mis oídos se abren con frío, gotitas de recuerdos, como imágenes pérdidas galopan dentro de mí. Pienso en mi isla, Puerto Rico, en mis padres ¿que habrán cenado esa noche? Puedo escuchar el sonido de los cubiertos en la mesa. Entro en mi habitación color menta y veo mi cama vacía. ¿Y mis hermanos pensarán en mí? Los extraño tanto, una lágrima se asoma pero la seco rápidamente, no quiero gritar mi dolor. Me cubro con una manta de lana gris, que llevo hasta mis pestañas inferiores y me duermo.

Despierto pensando en la Playa del Obispo, mar posa, lleno de espumas tibias donde mis hermanos recogen caracoles y luchan con las olas que nos arrastran a la orilla.

El despertador de castañuelas tata rara tata rara tata rara… lo trajo Conchita, mi amiga andaluza que no se despega de mi, viene también de la tierra del sol y el flamenco, juntas bajamos al portal donde el silbido del freno seco anuncia el transporte que nos lleva al Colegio. Esta todo gris, es invierno, aún con abrigo y bufanda hace frío, tanto frío que parece que fumamos al hablar. Los cristales del autobús están empañados, recogen nieve de la noche anterior. La conversación es muda.

Cuando piso la entrada del Colegio las piedras blancas pequeñas son alarma que anuncia nuestra llegada, se rozan unas con otras al peso de nuestros zapatos cerrados, suelas de piel y goma. Escucho la campana de misa diaria, dong, dong, dong, rutina de comunión, incienso y cánticos en latín que no entiendo. Comienza mi dia. Dios esta de espalda.

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