jueves, 11 de febrero de 2010

Huelva Penitente, marzo 1967


Las lágrimas de la Virgen
iban cayendo en la Tierra
y de cada una brotaba
una rosa y una perla (copla andaluza)

Cuanto la he extrañado. Conchita Pérez Galdós, descendiente del escritor de Marianela. La recuerdo como ayer, salerosa, pelo largo hasta la cintura con rizos fuertes, ojos grandes color miel, dos años mayor que yo. No para de hablar y desde el principio somos como hermanas, ella la grande, yo su cola. Extraña mucho a su madre y a su hermano menor. Ambos viven en Huelva, provincia de Andalucía al sur de España. Viste con colores brillantes y siempre esta alegre. Me ha invitado a pasar la Semana Santa en su casa para ver el desfile de los nazarenos, los encapuchados puntiagudos vestidos de blanco. Veré el Trono del Señor de la Victoria y la Virgen de la Macarena junto a las diferentes Cofradías haciendo penitencias, mientras reciben el perdón de los pecados y ganan indulgencias.

Llego un jueves caluroso en la mañana. La Virgen de Conchita es la Virgen del Refugio. Me ha contestado cada una de mis oraciones desde niña, eso sí vístela de flores que le gusta estar guapa y pide en silencio… no me lo cuentes ni a mí, sólo después que se cumpla. Dentro de la catedral me arrodillo emocionada en su Altar. Enciendo una vela blanca y poso en sus pies gastados por los besos de los fieles, un ramo de flores silvestres rosadas y amarillas. Beso sus pies según la tradición. Pido por mis padres, por mis hermanos Olga, Karl, Edward, y David, por las amigas que me hacen tanta falta Lizzie y Nilda y por mí para que este año pase pronto y mis notas hagan sentir a mis padres orgullosos. Avanza Lucille que nos tenemos que preparar para esta noche y me tienes que planchar mi pelo. Lo quiero tan liso como el tuyo.

El piso de Conchita es enorme, está lleno de recámaras, la cocina llena de ventanas es amarilla y tiene un mirador a la calle San Sebastián donde ves la gente paseando en las tardes . Tiene una confitería al frente con los mejores dulces de la ciudad: bombones de chocolates, yemas de caramelo, mousse de miel, tocinillo de cielo y galletitas de manzana que se derriten en tu boca. Merendamos los dulces y complací a mi amiga sacando la toalla blanca y la tabla de planchar para dejarle su pelo liso. Conchi ven la plancha está caliente, tome un gran trozo de su pelo y lo cubrí con la toalla húmeda. Desde la raíz a la punta pasé la plancha, mientras mi amiga sudaba, así seguí hasta que su pelo le quedo totalmente liso. Ahora ya parecemos hermanas, la hermana que siempre quise tener. Me dio un abrazo apretado. Juntas nos fuimos de procesión con la Hermandad del Huerto a la que Antonio su hermano pertenece. Ese jueves Santo cante coplas a la Virgen agarrada del brazo de mi amiga y de su madre Isabel.

Pido por Conchi a la Virgen del Refugio desde mi habitación en silencio. Quiero contarle que contestó cada una de mis oraciones…

Lucille Lang© Lunes, 08 de Febrero de 2010

1 comentario:

margret dijo...

Lindos recuerdos, Lucille. Un abrazo.