viernes, 19 de marzo de 2010

Rutina de Un Lunes


Son las 5:00 am. Lentos pasos recogen mi cuerpo. Mi mente discute sola. No puedo canjear sueño por natación. El café recién colado me espera. Abro mis ojos sin inocencia, agradezco, bendigo, medito… Fortalezco mis músculos internos y externos.
6.00 Am La punta de mis dedos de la pierna derecha prueba como el buen catador el estado del agua. Fresca, fresca… fría luego los dedos de la izquierda. Voy bajando cada escalón como el que saluda el silencio mojado que promete revelar misterios. Poco a poco los descubro.
300 metros libres, 400 metros tabla, 300 metros combinados. Nadie habla, un simple buenos días nos conecta con hilos olímpicos unidos en este entrenamiento.
Mis ojos de vidrio miran el fondo del natatorio. Una raya azul es mi guía mientras mis brazos se alargan como reloj que busca las doce.
Un dos tres inhalo, un dos tres inhalo. En el agua me recuerdo primitiva 1 En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre el agua. En ese estado acuoso me busco. Comienzo a buscar la verdad, el misterio que encierra esta vida. Pienso en mi país, lo bendigo. En el agua los seres que más ayuda necesitan se me presentan en cuadros, deja-vus de la vida. Les envío el amor incondicional que necesitan. Un, dos, tres, cuatro, de espaldas mi ombligo busca el cielo. Abre su ojo. Escucha. Nació el día. Los pájaros silvestres como árbitros comienzan a dar la salida y el sol a colarse en los poros de mis muslos. Salpican campanadas. Comienza de nuevo mi día. Repito un humeante café. Te escribo.

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